“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”
Mateo 5:9 RVR1960
En nuestros días es frecuente ver personas incitar a la violencia, y que cuando comienza un enfrentamiento, se saquen los celulares y se filme, cual entretenimiento, el altercado. En lugar de propiciar el entendimiento y la solución pacífica, se promueven hechos violentos que, en el mejor de los casos, solo involucra un intercambio de golpes, pero en otros ha llegado a ocasionar la muerte de personas.
Esto ha impactado también en las iglesias, y lejos de ver cristianos que ponen la otra mejilla y que promueven la paz, los vemos acalorarse y discutir abiertamente contra pastores, líderes, hermanos en Cristo, familiares, amistades y quien se ponga delante de ellos y les lleve la contraria. Dentro de las bienaventuranzas, Jesús de Nazaret dice: Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. ¿Cuántos de los que asisten en la actualidad a los templos pueden ser llamados así? Muchos creyentes asisten a los servicios con enojo, prejuicios y sin ningún tipo de amor en sus corazones, y aunque sonríen, son como bombas de proximidad prontas a estallar ante cualquier estímulo.
Promovamos la paz, llamémonos a reflexión y roguemos la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, para tener mayor madurez cristiana, para poder tener ecuanimidad y ser capaces de llamar al diálogo y que se resuelvan las tiranteces, sea en la iglesia, en el marco familiar o laboral. Que verdaderamente podamos mediar y ser pacificadores en este tiempo de ira y conflictos, así, como hijos de Dios, seremos canales de la paz que solo nuestro Padre puede proporcionar.
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