“Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos”
Proverbios 31:8 RVR1960
La justicia en este mundo se inclina a favor de los que tienen dinero y poder. Desde tiempos de la antigüedad, huérfanos, viudas, niños, ancianos, extranjeros, como parte del sector más vulnerable de la sociedad, eran víctimas de injusticias por no tener nadie que respondiera por ellos. En la actualidad es frecuente que los castigos no caigan sobre los que cometieron faltas, sino sobre los que no tuvieron posibilidades de defenderse adecuadamente.
Vemos que el autor de los Proverbios señala que debe abrirse la boca por el mudo, en el juicio de todos los desvalidos, en clara referencia a que un gobernante debía defender la causa de los que no pueden defenderse por sí solos. Este llamado a la justicia no es solo para personas que se encuentran en posiciones de poder, es aplicable a todo creyente, independientemente de su empleo o lugar en la sociedad. ¿Cuántas veces no han sucedido injusticias delante de nosotros? ¿Cuál ha sido nuestra actuación? ¿Hemos salido en defensa de los necesitados, los pobres, los que no tienen cómo defenderse? ¿O hemos vuelto el rostro para no tener dificultades?
Nuestro Dios es justo, y apoya y defiende las causas de los desvalidos. Aquellos que los oprimen, están expuestos a la ira de Dios, que hará justicia a los débiles. Pero nosotros como cristianos, no podemos permanecer impasibles ante actos de injusticia, porque en nuestras vidas debe ser perceptible la naturaleza divina, y no hacer nada pudiendo salir en defensa de los indefensos, sería cometer pecado de omisión. No miremos a otro lado. Nuestro Padre Celestial no mira a otro lado cuando nosotros estamos en dificultades y nos atacan o calumnian. No permanezcamos impasibles si podemos contribuir a que la justicia prevalezca.
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