“porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”
Filipenses 2:13 RVR1960
En la actualidad, la situación económica mundial es compleja. Todos los países se han visto afectados por el covid19 y esto ha impactado en la producción de bienes y servicios a escala global. Este es un momento de demostrar amor por el prójimo, de ayudar a los necesitados, de tender una mano desinteresada. Muchos ejemplos de personas actuando en beneficio de otros son publicadas en noticias, redes sociales y medios de difusión.
Tristemente, muchos de estos casos son estrategias publicitarias para aparentar ser filántropos, cuando realmente se pretende vender una imagen ficticia o manipular la opinión que existe de una persona. Otros lo hacen para ufanarse de lo buenos que son, y como ellos si ayudan a los necesitados. Para colmo, a veces dentro de los cristianos también vemos la tendencia a querer recalcar como ayudaron en tal o mas cuál momento, para que reconozcan el aporte que han realizado.
Si se les habla de estas acciones a ese tipo de personas, uno se percata del orgullo que sienten porque se consideran mejores que otros, de cómo esto ha de tomárseles en cuenta, y en cierto modo se sienten especiales.
El apóstol Pablo, en su carta a los Filipenses, echa por tierra esta actitud. Aclara que no somos nosotros los que actuamos por lo buenos que somos. Por el contrario, especifica que, por Su buena voluntad, Dios es el que pone en nuestros corazones tanto la inquietud de hacer algo, como el hecho de llevarlo a cabo. Cada vez que hacemos algo por alguien, somos movidos a interceder, participamos en donaciones, ayudamos en cualquier tarea, sea cual sea nuestro aporte en beneficio a otros, recuerde que ese deseo no nace de nosotros. Y si es Él quien pone en nosotros el deseo de realizar una buena acción por alguien, ¿debemos enorgullecernos de eso? ¿Acaso no deberíamos mostrar humildad, que es el complemento perfecto de las buenas acciones, más si es la bondad de Dios la que opera en nosotros?
Es momento de ser ejemplos de amor al prójimo, no por autocomplacencia, o para llamar la atención sobre nuestra persona, sino para dar gloria a las cosas que Dios ha hecho en nosotros.
¿Has ayudado a alguien en el día de hoy?
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