“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.”
Mateo 7:15 RVR1960
El cristianismo es una de las religiones más atacadas en la actualidad y ha sido así desde sus mismos inicios. No solo es atacada por otras religiones, sino que determinadas denominaciones cristianas se atacan entre sí. Diferencias teológicas, en la liturgia, y en la manera de comportarse los feligreses hacen que se hayan creado barreras entre lo que debería ser un solo cuerpo: el de Cristo.
Muchas personas han hecho interpretaciones libres o a conveniencia de las Sagradas Escrituras, y han creado teología de un solo versículo, olvidando selectivamente, los principios de interpretación bíblica más elementales. Lo peor es que han logrado arrastrar tras sus doctrinas a gran cantidad de personas, que, tratando de hallar salvación, van camino al infierno.
Todo tipo de individuos, buscando satisfacer ambiciones personales, han trastornado el Evangelio adecuándolo a su agenda y se burlan de los basamentos fundamentales del cristianismo. Espectáculos, falsos milagros, falsas profecías, secretismo, entre otros, definen esta estrategia para confundir a los nuevos creyentes o personas que buscan a Cristo por primera vez. Y tristemente algunos que tenemos como hermanos en la iglesia se convierten en piedra de tropiezo para los que inician y, a veces, hasta para los que ya llevan tiempo en los caminos de Dios.
Pero esto no es algo que pasa en la actualidad. Viene sucediendo desde tiempos remotos. Jesús de Nazaret nos alerta acerca de esto: habla de falsos profetas que vienen aparentando mansedumbre, fe y tener nuestro mismo sentir, y realmente intentan apartar, hacer apostatar, y corromper la Verdad. Agrega además que por los frutos se reconocerían. Y necesitamos hoy más que nunca estar atentos a las palabras del Mesías. Estamos en los últimos tiempos. Muchas personas se están levantando con revelaciones y profecías fantasiosas que no tienen nada que ver con el Creador. Nos toca estar alertas. Debemos dejar de ser crédulos, y pedir dirección del Espíritu Santo, pedir discernimiento de espíritu, contrastar profecías contra la Biblia, estudiar cada día más las Santas Escrituras y tener comunión estrecha con Dios.
Es momento de saber defender en lo que creemos, y evitar así ser zarandeados por quienes intentan arrebatarnos la salvación. ¿No te parece?
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