“No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios”
1 Corintios 10:32 RVR1960
En nuestra rutina diaria tenemos muchos puntos de contacto con más de 60 personas, interactuando de manera directa o indirecta en nuestro trayecto al trabajo, durante la jornada laboral, y de regreso a casa. Puede suceder que, sin proponérnoslo, nuestras decisiones o comportamiento pueda servir de obstáculo a otros, o que les moleste alguna de nuestras costumbres o hábitos. Si somos cristianos, esta situación se torna más delicada, pues no solo damos testimonio de nosotros, sino también de Dios, y no podemos convertirnos en piedra de tropiezo para los demás.
Ser piedra de tropiezo hace referencia a una situación puesta por una persona para que otra cometa algún pecado o error, y puede ser intencional o sin darse cuenta, y también abarca cuando alguien pone trabas en la vida espiritual de otro. Pablo manda a los creyentes de Corinto que, aunque no tenían que limitar su comportamiento referente a qué comían o su libertad, siempre que las cosas se hicieran para Dios, no debían convertirse en tropiezo ni para judíos, ni para gentiles, ni tampoco a la iglesia de Dios. Debían, por amor a los demás, evitar situaciones que hicieran tropezar a las personas débiles en la fe, o de otras religiones. Cabe destacar que en la actualidad sucede algo similar: hay muchas denominaciones con diversas interpretaciones de la Biblia y doctrinas que nos miran y cuestionan nuestra condición de hijos de Dios, del mismo modo que inconversos dispuestos a criticar, y hermanos de nuestro mismo templo que tienen poca madurez espiritual; todos observando nuestro comportamiento. Y precisamente por amor a ellos y por dar testimonio de nuestro Padre Celestial, debemos ajustar nuestro actuar para no convertirnos en obstáculo o inducirles a errar o pecar.
Es bueno aclarar que debemos ajustarnos en cuanto a aspectos cotidianos, pero no en lo relativo a nuestra doctrina o prácticas cristianas, pues no debemos ceder en nuestros principios ni en el detalle más mínimo, sea cual sea la ofensa resultante. En lo demás, podemos dejar de hacer cosas habituales para no hacer tropezar a otros, pero nunca a costa de nuestra relación con Dios, ya que nuestro amor y obediencia al Todopoderoso debe ser siempre mayor que cualquier otra cosa. De este modo, nadie podrá señalarnos con un dedo, ni inconversos, ni miembros de otras religiones, ni nuestros propios hermanos, dando testimonio de Dios a todos a nuestro alrededor.
#NoSeanDeTropiezo, #DandoTestimonioDeDios, #MinutosConDios, #ReflexionesDiarias